miércoles, 16 de julio de 2008

Yo recuerdo el campo.

Hasta los 12, 13, iba una vez por año. Me acuerdo de los animales, de las tunas, del olor, de la tortilla a la mañana, de la extensión de la libertad. De no saber cuantas hectáreas son propias, porque la tierra es de todos, y nadie tiene poder de decidir donde pastan y toman los animales.

Nadie sabía que era la soja, porque no servía para nada. Ni para comer, ni para darle a los animales. Algo así, no tiene razón de existir.

Hoy veo un piquete de no más de 30 personas, en su mayoría bien vestidos, con cartelitos Arial 48 que exclaman "Yo estoy con el campo". Me pregunto que relación hay entre ellos y las manos encallecidas de mi abuelo.

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