martes, 1 de abril de 2008

BAFICI 08- Comentario 5

QUE MAL QUE ANDA TODO, CHE.

Redacted (EE.UU.), de Brian De Palma. De Palma recrea Pecados de guerra en el Irak actual, reorientando el tono de su trabajo hacia el agit prop y la vanguardia. Lo que termina imperando es una brillante reflexión en torno a la dinámica de los medios de comunicación actuales y la transformación de aquello que solemos llamar realidad. Para acercarse al conflicto bélico de la manera más verídica posible, De Palma opta por asumir como materia prima (ficcionalizada) diarios filmados de soldados, videos de YouTube, reportajes para noticieros, cámaras de seguridad, video-blogs o documentales televisivos de corte didáctico. La verdad se revela como un puzzle fragmentario, complejo, casi inaccesible, y resulta asombroso observar cómo el animal cinematográfico que es De Palma consigue organizar los materiales para terminar construyendo una narración vibrante y emotiva, en la que a pesar de su apariencia documental, los recursos puramente fílmicos (el suspenso, el tempo, el encuadre, el fuera de campo...) pueblan la pantalla en todo momento.

La question humaine (Francia), de Nicolas Klotz. La película kamikaze del año. Tesis: el lenguaje ultra-tecnificado del empresariado moderno, que alcanza su máxima expresión en los departamentos de recursos humanos, contiene partículas residuales del contenido ideológico propugnado por el régimen nazi. El sorprendente resultado: un delicado tratamiento de los conceptos de herencia generacional, impacto traumático del horror, y el peso imborrable de la memoria personal e histórica. La estrella: Mathieu Amalric, el mejor actor europeo del momento. Registros: crudo realismo (a la Laurent Cantet), catársis corporal (una fisicidad angustiante) y otras tantas fugas oníricas. La cuestión a la que termina dando respuesta Klotz parece ser: ¿Cómo realizar una pirueta formal con doble tirabuzón ideológico y no morir en el intento?.

Import/Export (Austria), de Ulrich Seidl. Hay películas que encuentran su valor específico en su manera de confrontar tandencias malignas del cine de su tiempo. Así, la nueva película del extraordinario cineasta austriaco Ulrich Seidl se enfrenta sin tapujos al "cine transnacional de la buena conciencia". Ante películas tóxicas como Babel, de Alejandro González Iñárritu, Crash/Vidas cruzadas, de Paul Haggis (en el marco estadounidense) o The Edge of Heaven, de Fatih Akin (presentada en este mismo BAFICI), que alinean los males del mundo bajo el pulso dictatorial y dramatúrgico del director/demiurgo, Seidl opta por poner en escena la historia de un hombre y una mujer que realizan, de forma cruzada, pero sin tocarse, el trayecto entre Austria y Ucrania, descubriendo por el camino ambas realidades sociales, los flujos migratorios que las conectan y la relación de poder y sumisión que se establece entre los individuos de dichas naciones. A Seidl le obsesiona la crudeza y el declive de Europa, pero lo que resulta más fascinante es que, a pesar de que su cámara parece un imán para la bajeza moral, consigue albergar en su cine súbitos brotes de humanidad y ternura. Por eso, su cine acaba siendo tan sugerente, porque más que cerrar sus tesis y confirmar sus hipótesis, lo que consigue es abrir debates y ámbitos de reflexión.

Profit Motive and the Whispering Wind (USA), de John Gianvito. Una recorrida por las tumbas de los mártires de la izquierda estadounidense, cortada con tomas de bosques en los que susurra el viento. Prolija y sensible.

Dal Polo all’Equatore (Italia), de Yervant Gianikian y Angela Ricci Lucchi. El dúo es responsable de uno de los proyectos cinematográficos más fascinantes de la actualidad, basado en un uso revolucionario del material de archivo de la primera mitad del siglo XX. Aquí comenzó todo, con el celuloide impreso por un fascista amnésico.

L'Avocat de la terreur (Francia), de Barbet Schroeder. Impactante y polémico (desde lo ideológico y desde lo ético) documental sobre Jacques Vergès, un abogado que incursionó en la lucha armada, defendió a terroristas en todo el mundo, desde Argelia hasta Palestina pasando por Alemania, y representó también a dictadores, criminales de guerra y profetas que negaron el Holocausto. Un personaje tan siniestro como fascinante.

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