jueves, 31 de enero de 2008

La popularidad de todos los días



Me resistía a verla. Incluso, a leer sus críticas. Esperaba una nueva American Pie, los chistes de siempre de adolescentes que la quieren poner, los atletas, las porristas. Finalmente, me rendí.
La casualidad más que otra cosa me llevó a estar frente a Supercool (Superbad) y a sorprenderme, tan gratamente. En lugar de los estereotipos (jugador de fútbol americano, rubia porrista, surfers, chicos con onda) hay personas normales, tanto del lado de los protagonistas, como de sus adversarios. Lenguaje realista y situaciones cotidianas en las que todos estuvimos involucrados alguna vez, que llevan a la identificación entre espectador y personaje a puntos donde la comedia juvenil no había llegado hasta el momento. En esos aspectos, supera con creces momentos que, en el género, se volvieron pilares (Porky's, La venganza de los nerds, American Pie) y abre el juego a la realidad, algo muchas veces poco tangible en las producciones hollywoodenses. Hasta una situación tan saturada como el respeto a la virginidad de la mujer y el deseo de que la primera vez sea significativa, cobra nuevos aires en Evan, quien se aleja años luz de la corrección política de Kevin (American Pie) y su tufillo religioso. Hasta el malo tiene anteojos, y a los policías dan ganas de tenerlos como amigos.
En el plano técnico, nuevamente sorprende. El libro del cine dice (y se cumple en la gran mayoría de los casos) que la comedia lleva luz plana y el drama se potencia con las sombras. En este caso, las situaciones hilarantes y el desarrollo de la trama vuelven a encauzarse en la realidad gracias a la fotografía y demuestra una preocupación en el desarrollo del producto que otros equipos no tienen. El trabajo de cámaras tampoco es menor, ya que hay ciertos planos que no se suelen utilizar comúnmente, pero principalmente, es en el trabajo del foco donde toma distancia de sus pares, para aventajarlos por varios cuerpos.

En resumen, un gran guión, una dirección impecable y buenas actuaciones, que dan como resultado uno de los enigmas más importantes de estos últimos meses, y una patada al tablero que nos obliga a repensar ciertas cosas (entre ellas, la posibilidad de hacer algo parecido en Argentina, proyecto que se hunde en la desazón al descubrir que los protagonistas serían todos hermanos menores de estudiantes de la FUC, o peor aún, Nahuel Pérez Biscayart). Si fuera tremendista, diría que es la película más importante del año. Pero no lo soy, así que no paso de alegrarme, felicitar y recomendarla.

pd: y actúa Eddie!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y vos que dudabas!